CURIOSIDAD

CURIOSIDAD

Nunca me ha gustado la expresión “la curiosidad mató al gato”, pero ahora entiendo el porqué de la cita.

No muy lejos de casa, en una esquina escondido, un precioso melocotonero abre sus flores. Llamados por su belleza, mi pareja y yo nos acercamos a él, como siempre con nuestras pequeñas cámaras en ristre para poder captar lo imprevisto. El melocotonero apenas mide dos metros de altura, hierve en flores.

De repente, oigo el maullar de un pequeño y bonito gato de pelo blanco y ojos azules que se acerca sin miedo a nosotros y mira también con curiosidad ese árbol que tanto nos fascina. Parece que él tampoco quiere perderse el espectáculo: mira las flores, la mira a ella, me mira a mí, reparte sus miradas con toda confianza, sumándose a la contemplación serena. Todos somos perplejos y divertidos observadores y observados. Pero él tiene una gran ventaja respecto a nosotros; su pequeño tamaño y agilidad le permiten, de un brinco, ascender por el tronco hasta la copa, ponerse a la altura de nuestros objetivos y mirar también, de cerca, la primavera. Mantenemos una conversación palabras-maullidos durante largo rato.
Me impresiona cómo observa las flores y cómo nos observa a nosotros, cómo nos habla. A la belleza del árbol se une la belleza del felino silencioso, ágil, amigo.

Al rato aparece una señora de una casa vecina. Nos dice que el gato vive con ella y que pasa largas horas en la copa del árbol. Establecemos una conversación agradable. Vuelve la lluvia, atardece, nos despedimos, y nos vamos a casa con varios regalos: la belleza, la sorpresa, una posible amistad, y un gato que ya es amigo.

La curiosidad nos unió al gato.

Besos, abrazos,

Álex

Alex Rovira