UNA HISTORIA DE AMOR

UNA HISTORIA DE AMOR

Nació en Granada, o eso creemos. Vagabundeó por sus calles durante su primer año de vida. Le maltrataron, era evidente. Mostraba claros signos de temor cuando alguien se le acercaba, especialmente si se trataba de un hombre. Colgaron su foto en un site de internet, la Asociación Ladridos Vagabundos. Estaba de acogida en una casa bajo el auspicio de esta protectora de animales, que tan bien trabaja y que con tanta diligencia y amabilidad gestionó el proceso de adopción. Su nombre: Batuke. Así llego a casa una mañana del mes de diciembre de 2011.

El día que le recogimos temblaba. Estaba rígido como una piedra. Si te acercabas, gruñía. Por mucho tacto que pusieras, por mucha ternura, por mucha paciencia, había un espacio infranqueable. Le habían pegado mucho y a menudo, no me cabía duda. Pero a base de paciencia, caricias de aproximación más que lenta, de bolitas de pienso dadas en mano, de una en una, del permiso de que tomara todo el tiempo que fuera necesario para darse cuenta que su nuevo hogar no era la calle que le había maltratado, se fue abriendo. Hoy, ya lo veis, se despliega frente a los demás y al mundo cargado de confianza y cariño. Es un fenómeno.

Mantenemos conversaciones con miradas cruzadas, y mimos, también. Él, con su cabeza ladeada y sus ojos de color miel que parecen ver más allá de la superficie. Duerme a veces en mi regazo mientras leo, ronca un poco. Y parece que sueña con lo mal que lo ha pasado alguna vez. Pero la ternura lo tranquiliza. Me despierta cada mañana a eso de las seis con sus patitas delanteras percusionando en mi almohada, y no sabe qué significado tienen palabras como sábado o domingo. Él, ante todo, es puntual. Juega continuamente con sus hermanos caninos, residentes en casa desde hace años, y que con tanto cariño también le han acogido, y con mis hijos y pareja moviéndose a la velocidad de la luz. Es inatrapable, y pura alegría. Ya es uno más en la familia.

Sea esta entrada un mensaje de gratitud y reconocimiento a todos aquellos voluntarios que regalan su tiempo y sus recursos para acoger a tantos animales abandonados por la inconsciencia y el capricho, y por qué no decirlo, la maldad del ser humano.

Tanto que nos dan, tanto que podríamos aprender de ellos. No somos conscientes de su valor.

Por favor, antes de comprar o adoptar un perro, piensa en las consecuencias que tiene. No es un juguete. Son seres extraordinariamente inteligentes y sensibles que darían, sin dudarlo, su vida por aquellos a quienes aman.

Errar es humano, perdonar… es canino. Aprendamos de ellos.

Besos, abrazos.

Álex

Alex Rovira