SER

SER

Ser es una bella palabra que admite decenas de definiciones, y cuya polivalencia como verbo es, quizás, la mayor del diccionario: ser implica estar, existir, haber, servir, suceder, acontecer, valer, poseer, costar, seguir, mantener la amistad, corresponder, pertenecer, afirmar, etc. En el verbo Ser se conjuga la vida, en definitiva.

Y como sustantivo, Ser es esencialmente (y valga la redundancia) esencia, naturaleza y humanidad. Ser es la palabra fundamental, a partir de la que conjugamos existencia e identidad con el arte y la oportunidad de vivir. A este concepto, Ser, dedicamos la Primera Parte de nuestro libro (con Pascual Olmos), “La vida que mereces”, cuya breve introducción quiero compartir con vosotros, aquí, y dice así:

PRIMERA PARTE

¿Ser o no ser humanos? Esa es la cuestión.

 

El ser humano siembra un pensamiento y recoge una acción.

Siembra una acción y recoge un hábito.

Siembra un hábito y recoge un carácter.

Siembra un carácter y recoge un destino.

PARAMAHANSA YOGANANDA

 

¿Cuántas veces hemos oído «es imposible ser completamente feliz porque siempre falla algo»? ¿O esa otra frase que hoy nos suena casi anticuada de «no me siento realizada o realizado»? Ambas preguntas en el fondo giran en torno a un concepto más profundo, más abstracto y más difícil de integrar en nuestras vidas: el ser, ese término filosófico con el que no estamos acostumbrados a convivir, que no aparece en nuestra educación emocional ni en nuestra escala de referencias habitual, y que puede permanecer lejos de nuestro pensamiento cotidiano durante toda nuestra vida si no nos detenemos a pensar explícitamente sobre él.

En esta primera parte del libro queremos focalizar la atención sobre nuestro ser, pero no en un sentido filosófico abstracto, metafísico ni religioso, sino en un sentido más prosaico, más cercano y efectivo; queremos detenernos a pensar sobre lo que podríamos llamar con un sencillo juego de palabras nuestro «ser humanos», esa esencia humana que se manifiesta en cada decisión, en cada acción, o mejor dicho en nuestro compromiso con las consecuencias de cada decisión y cada acción. Ese «ser» en el mundo que define nuestra vida y al que, por lo general, prestamos poquísima atención. Parece que solo nos detenemos a reflexionar sobre él cuando la crisis, la desgracia o la tragedia hacen acto de presencia. ¿Por qué no tenerlo en cuenta cotidianamente para así ir trazando nuestro mundo y futuro deseado?

Enseguida veremos que lo que nos hace humanos son nuestras necesidades, las motivaciones de nuestro actos, y que ellas son el motor de todo, la verdadera energía que mueve el mundo. Una energía verdaderamente renovable, limpia, que no contamina, pero que tiene consecuencias cuyo signo depende directamente de la suma de las actitudes y valores de todos y cada uno de los habitantes de este planeta. Reflexionaremos entonces sobre cómo transformar positivamente esa energía, cómo reconducirla a favor del propio individuo y su felicidad, pero también a favor de un modelo de gestión que nos ayude a generar un entorno social equilibrado, del que podamos sentirnos orgullosos, y una economía sostenible que tenga en cuenta la huella ecológica de los productos y servicios y que garantice la calidad de la biosfera protegiéndonos de la escalada de la depredación, el malgasto y el abuso que estamos haciendo del planeta.

Porque hay una premisa obvia que hemos eludido: la psicología crea la economía. O, dicho de otro modo, la calidad del alma crea la calidad de la materia. ¿Queremos un mundo bello? Creemos entonces bellas personas. ¿Queremos una economía justa y sana? Eduquemos entonces seres humanos justos y sanos. ¿Imposible? No. La palabra imposible acostumbra a ser pretexto de perezosos. Hoy, la pregunta ya no solo es: ¿qué mundo dejaremos a nuestros hijos?, sino también: ¿qué hijos dejaremos a este mundo? Y para responder a esta segunda pregunta con propiedad, debemos reflexionar profundamente en las raíces de nuestro ser, de nuestra esencia como seres humanos, de nuestras motivaciones y de lo que da sentido a nuestras horas y a nuestra vida.

Os deseo un Ser feliz.

Besos y abrazos,

Álex

 

[**Los ingresos derivados de los derechos de autor de “La Vida que Mereces” estarán dirigidos a los proyectos sociales desarrollados en Etiopía por la Fundación Christian-Marc Olmos Vente:

Las actividades de la fundación empezaron en 2008, en memoria de Christian-Marc, fallecido en accidente de tráfico el 3 de abril de 2007. Entonces se concretaron cuatro proyectos de desarrollo en Etiopía que se han llevado a cabo hasta la actualidad.

  • Proyecto energía en el poblado de Girmana. Se ha llevado electricidad mediante postes y kilómetros de cableado, e instalando transformadores en el poblado de Girmana en el área de Zway.
  • Proyecto energía en el poblado de Boromo. Como elde Girmana.
  • Aula de informática en Zway. Permitió la renovación de 50 ordenadores de último nivel. El aula de informática de las Salesian Sisters recientemente ha obtenido el premio  a la excelencia del Ministerio de Educación de Etiopía.
  • Perforación de un pozo en el orfanato de Meki. A 100 metros de profundidad se consiguió agua potable que se suministra al orfanato y a la población a través de tuberías.

Recientemente se están concretando otros cinco proyectos que se materializarán próximamente:

  • Canalización y fuente de agua en el poblado de Meki (en curso)
  • Molino eléctrico para harina en el poblado de Boromo
  • Ampliación de dos aulas en la escuela del poblado de Girmana
  • Construcción de una sala de espera en el orfanato/ hospital pediátrico de Meki, en colaboración con la Fundación Pablo Horstman  (Ya completado)
  • Proyecto de tendido eléctrico en el poblado de Boromo-Walicho

La financiación de estos proyectos se ha realizado exclusivamente con fondos de la familia Olmos Vente y a través de la necesaria colaboración de las Salesian Sisters de Zway.]

Alex Rovira