AQUÍ Y AHORA

AQUÍ Y AHORA

El presente se manifiesta en un aquí y ahora que más que un momento y un lugar, es la presencia que se hace consciente

“El objetivo de la vida es nacer plenamente,
pero la tragedia consiste en que la mayor parte de nosotros
muere sin haber nacido verdaderamente.
Vivir, es nacer a cada instante”.

ERICH FROMM

Nuestra vida se despliega en una infinidad sucesiva de instantes, en el aquí y ahora. Los que pasaron y residen en la memoria constituyen nuestro pasado. Los que están por llegar e imaginamos creemos que serán nuestro futuro. Pero aquello que es real, lo que única y verdaderamente siempre tenemos con nosotros es el momento presente, este mismo momento, o mejor, nuestra consciencia de la existencia en ese instante tan breve que ni tan solo es cuantificable, porque cuando nos percatamos de él, ya ha pasado.

Ese presente se manifiesta en un aquí y ahora, que más que un momento y un lugar, es la presencia que se hace consciente de sí; se manifiesta en nuestra consciencia de ser; en nuestra capacidad de darnos cuenta que somos Presencia, somos Consciencia. Es importante sabernos testigos de nosotros mismos, de la vida que se despliega desde nuestro centro en cada instante. Porque no somos nuestro nombre, que es una etiqueta; ni nuestro cuerpo, que cambia continuamente; ni nuestras emociones o estados de ánimo, que se transforman y fluctúan en función de las influencias externas y de nuestras elaboraciones internas; como tampoco somos las ideas que nuestro pensamiento crea sobre nosotros mismos, sobre los demás o la vida, tan volubles como una pluma al viento; ni por supuesto somos lo que define a nuestra ocupación, nuestra profesión (cuántas veces nos autodefinimos diciendo: soy médico, soy albañil, soy maestro… ). Somos, simplemente, Presencia, Consciencia, Ser. La presencia que se da cuenta de que uno piensa, siente, vive, es. Esa tan pura y tan simple; tan desnuda y esencial; tan obvia que la acabamos por obviar, por olvidar. Pero su valor, aunque obviado, es infinito, ya que es la vida misma. Sin Presencia no habría Consciencia, no habría Vida.

¿Por qué, simplemente, no nos dejamos ser? ¿Por qué no conectamos con el fluir de la vida aquí y ahora y nos olvidamos de pre-ocupaciones futuras y recuerdos del pasado que tantas veces nos castigan, para centrarnos en un universo que se despliega desde nuestro centro esencial. Porque el pasado y el futuro son las sedes de nuestras enfermedades: frente al dolor del recuerdo por lo vivido, y desde la angustia de aquello que está por venir, tenemos el presente, el instante presente como lugar efímero y a la vez eterno para recuperar nuestra salud, nuestra consciencia, nuestra vida. Incluso desde él podemos dar un sentido distinto al pasado y crear un futuro sin angustias y lleno de esperanzas. Porque la vida y todas sus posibilidades se encuentran concentradas en toda su potencia en el presente, en el aquí y ahora, y se crea desde ese centro, desde ese «Yo Soy».

¿Qué podemos hacer entonces? Entregarnos al presente. Construir la vida dándonos completamente a lo que nos toca vivir, aquí y ahora. Sentir, pensar y actuar desde nuestro centro esencial. Ya que es este punto de partida el que se renueva indefinidamente, momento a momento, y desde él podemos conectar con nosotros mismos, con la vida, y seguir en el viaje que nos propone a cada instante.

Somos seres humanos conscientes. Nacemos mujeres y hombres, pero devenimos humanos a medida que ampliamos y profundizamos en nuestra consciencia. No somos máquinas. Entre todo estímulo que recibimos y nuestra respuesta a este estímulo, media un espacio; un espacio de consciencia. Es en ese espacio, aquí y ahora, donde yace nuestro poder de transformación y nuestra libertad de decidir. En estas decisiones tomadas desde la consciencia, desde una actitud positiva, desde la entrega, reside nuestro crecimiento, nuestra felicidad y nuestra Buena Vida.

Nuestras actitudes elegidas desde la consciencia del presente, crean emociones y pensamientos. Nuestras emociones y pensamientos se traducen en acciones. Las acciones que repetimos desde allí se convierten en hábitos. Los hábitos determinan nuestro carácter. Es nuestro carácter el que define el sentido de nuestra vida y el significado que le damos y le daremos a ella cuando nos vayamos de aquí, en el último momento. El signo de nuestra vida se construye, por lo tanto, a partir del simple hecho de vivir en el aquí y ahora, y de elegir con consciencia en cada instante.

 

Álex Rovira

Alex Rovira

EL FUTURO ES AHORA

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El futuro es ahora, no es inevitable, es inventable. Lo que está por venir será, en buena parte, lo que sembremos hoy

«Las cosas que nos destruirán son:

política sin principios;

placer sin conciencia;

riqueza sin trabajo;

conocimiento sin carácter;

negocios sin ética;

entrega sin compromiso.»

MAHATMA GANDHI

 

 

El futuro es ahora, no es inevitable, es inventable. Lo que está por venir será, en buena parte, lo que sembremos hoy. Luego, la resignación es mala compañera para transitar por los caminos que nos esperan si queremos que estos tengan las dosis necesarias de humanidad y de sentido para hacer que la vida que nos ha sido dada merezca la pena.

Cada vez somos más los que nos levantamos cada mañana y contemplamos con perplejidad que la realidad de este mundo en el que vivimos muestra claros síntomas de enfermedad. La crisis que se ha manifestado no es solo económica, también lo es institucional, política, de confianza, de valores, de consciencia.

Tanto en lo social, como en lo político y en lo económico, son demasiadas las cuestiones que requieren una solución que no llega: desde una mejor redistribución de la riqueza hasta el fin de los paraísos fiscales, desde un mayor cuidado de la salud ecológica del planeta hasta una consciencia de sobriedad que evite la esclavitud consumista y sus consecuencias, desde estadistas que piensen más en el futuro de los ciudadanos que en las próximas elecciones hasta una justicia que actúe como tal y que evite que en demasiadas ocasiones la legalidad ampare a la inmoralidad. Muchas cosas, demasiadas, parecen no funcionar, o hacerlo completamente al revés de lo que dicta el sentido común, la generosidad y la benignidad en el proceder.

Hace más de cincuenta años Erich Fromm se preguntaba “¿es necesario producir seres humanos enfermos para tener una economía sana?”. Su cuestión era un aviso, pero por desgracia hoy se queda corta. Hoy, habría que reformular aquella pregunta con mucha más profundidad: “¿es necesario producir seres humanos enfermos para tener una economía enferma?”.

¿Qué está pasando? ¿Las élites financieras actúan impunemente en su propio beneficio, apoyadas por un entramado político con altavoz y refuerzo mediático? ¿Son sostenibles niveles de desempleo juvenil cercanos al 50% en algunos países europeos? ¿La clase política actúa como una corporación que no rinde cuentas ante unos votantes descreídos, y un poder mediático con intereses propios? ¿El supuesto progreso material y superficial avasalla aquello que da sentido a la persona y enturbia el entorno social y medioambiental? ¿Por qué la amplia mayoría de los medios de comunicación nos inundan cada día con mensajes que alimentan el miedo, la angustia y la desesperación sin poner foco alguno en la buena gente que hace que esta Tierra se mantenga en pie día a día?

La solución pasa por la cultura, la educación y en una democracia más directa apoyada por la información objetiva y la transparencia, lo que los ingleses llaman accountability, la “rendición de cuentas” de los organismos públicos, exigida por una sociedad cada vez más alerta y unos jóvenes tecnológicamente activos y combativos, que no se van a conformar con el precario modo de vida que les ofrece el modelo actual que, en realidad, hoy les está proponiendo que construyan su futuro sobre una economía especulativa e insolidaria que alienta y premia la estafa, al estafador y a la corrupción.

El reto no es menor, y el futuro que seamos capaces de crear entre todos será la consecuencia inevitable de la calidad humana que seamos capaces de construir en las próximas generaciones: pedagogía, cultura, calidad, solidaridad, ecología, sostenibilidad, diálogo, participación, interacción, consciencia, serán entre otros, conceptos inevitables en los días que van a venir, si queremos sobrevivir como especie. Valores para construir valor. Convocarlos no es solo un ejercicio estético, es un imperativo moral para la Tierra que nos acoge y para nuestros hijos y las futuras generaciones.

Tal y como planteó lúcidamente Gandhi hace más de un siglo en la frase que abre este texto. Los ingredientes son los mismos, siempre: principios, consciencia, trabajo, ética, carácter y compromiso son la solución.

Porque hoy, la pregunta clave ya no es ¿qué mundo dejaremos a nuestros hijos?, sino también, ¿qué hijos dejaremos a este mundo?

 

Os deseo una bella semana.

 

Álex

 

P.D. Acompaño esta reflexión con un vídeo de mis amigos de whatonline.org en el que encontraréis diferentes reflexiones sobre el futuro. Os aconsejo vivamente las entrevistas que esta organización sin ánimo de lucro regala en su página web http://whatonline.org/sobreelfuturo/ . Merece mucho la pena dedicar tiempo a explorarla.

[Podéis leer más ideas en esta línea en «La vida que mereces».]