CARPE DIEM, TEMPUS FUGIT
Carpe diem, tempus fugit. El tiempo pasa, demasiado a menudo, sin darnos cuenta. Vivimos cabalgando en el instante presente, como si, sobre la cresta de una ola en el mar, mantuviéramos el equilibrio en una tabla que surfea el tiempo siendo este preciso instante el pico de la ola que nos lleva.
¿Quién soy? Este instante.
¿Quién eres? Este instante.
Soy, eres, ahora.
Llevados por la vorágine de la cotidianidad, de la gestión de todas las complejidades, retos y problemas que nos presenta la existencia (hoy más que nunca, por desgracia), nuestra consciencia se evade demasiado a menudo del presente porque las angustias por el futuro y los reproches por el pasado tienen mucha inercia.
Nos han dicho que los humanos tenemos dos estados de consciencia: sueño y vigilia, y asumimos una falsa correlación. Pensamos que cuando estamos en la fase de sueño, dormimos, mientras que cuando estamos en la fase de vigilia, estamos despiertos. Falsa asociación. Mentira.
La realidad es que la mayoría de los humanos vivimos despiertos pero dormidos. En vigilia, pero dormidos.
Quizás uno de los retos, por no decir el reto, es vivir despiertos despiertos. Tomar consciencia de cada instante, vivir atentos, estar presentes, poder elegir nuestras respuestas desde la consciencia. Abrir los ojos no sólo del rostro, sino del corazón, al presente, para ofrecer nuestros presentes al mundo, con consciencia.
Sirvan estas imágenes para tomar consciencia del sutil paso del tiempo, y de la belleza del mismo, para valorar y apreciar, aquí y ahora, este instante, presentes, y desde él, regalar nuestro mejor ser, ahora, a los que amamos y nos rodean.
Carpe diem, tempus fugit
Besos y abrazos.
Álex
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