LA BELLEZA NOS SALVA

Lo bello nunca cansa. Es más, toda obra de arte, todo paisaje, toda melodía o canción que nos conmueve por su belleza deviene compañera de vida a la que necesitamos recurrir a menudo, sea para gozar de su presencia sea para retomar fuerzas y seguir caminando cuando hace cuesta arriba.

Sí, la belleza nos salva. El arte nos cura. La naturaleza nos inspira y conmueve. Y todo ello nos hace conectar con la vida y con lo esencial.

Hace ya unos meses quise compartir este vídeo. El otro día, escuchaba en casa algunos solos de piano de Ludovico Einaudi y recordé estas imágenes, ya que la música que las acompaña es la misma que disfruté el pasado sábado.

Así que he decidido volver a compartir estas imágenes tan bellas que nos recuerdan el privilegio de vivir en esta Tierra y nos hacen abrir los ojos a los milagros que nos rodean y que por inercia no alcanzamos a ver.

Dos minutos de tiempo inspirador que estoy convencido que los miles de personas que ahora seguís este espacio y que hace unos meses no tuvisteis la ocasión de ver, sabréis apreciar.

Sensaciones que nos hacen ser mejores humanos.

Besos y abrazos.

Álex

Alex Rovira

LA GRAN BELLEZA

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En otros posts he querido compartir esas lecturas que desde siempre me han conmovido, sorprendido, formado y acompañado. Esta semana, aún bajo su influjo, deseo recomendaros el filme “La gran belleza”, un ejercicio visual tan artístico como reflexivo, agudo, cuidado y profundo en todas sus vertientes.

Esta película del italiano Paolo Sorrentino constituye una enorme descripción emocional de lo que se nos puede hacer bello, incluso inmersos en la más absoluta fealdad de lo que vemos a nuestro alrededor y de lo que nos transmiten las personas; y también versa sobre lo imposible que puede ser disfrutar de lo sumamente bello si nos sentimos vacíos.

Y es que la belleza siempre necesita que le pongamos alma. No es estática, no es gratuita. Está en nuestra mirada, que proviene de las vivencias que guardamos, de los recuerdos que nos construyen, para bien o para mal.

Somos lo bellos que nos sabemos considerar. Nuestro mundo es bello porque le regalamos pensamientos y emociones.

“La gran belleza” arranca con la imagen del turista que cae fulminado con la impresionante visión de la ciudad de Roma desde la colina del Gianicolò, pues su sensibilidad no le permite soportar tanta belleza obvia y esencial. ¿Quizás a veces, y aunque la buscamos, no estamos preparados para saber vivirla? Tal vez si, en lugar de saludables dosis de belleza en las pequeñas cosas, se nos da una gran belleza total y absoluta, nos perdemos. Como el protagonista Jep Gambardella y sus allegados, que viven como sombras en un entorno perfecto. Que en apariencia tienen lo que muchos identifican como la felicidad, y son simples ciegos a lo bello, a lo bueno, a lo que llena sus almas.

Acabo esta reflexión con estos diálogos que condensan belleza y dolor, dos caras de la misma moneda que se dan sentido mutuo y que nos ayudan a transitar por la vida:

Monja Santa: ¿Por qué no has escrito otro libro?
Jep: Estaba buscando la gran belleza, pero no la he encontrado.
Monja Santa: ¿Y sabe por qué yo solo como raíces?
Jep: No, ¿por qué?
Monja Santa: Porque las raíces son lo más importante.

***

(Jep, de joven)

Chica: Ahora quiero mostrarte una cosa (se desnuda parcialmente y se vuelve a vestir)
Jep (reviviendo el momento):

Acaba siempre, así, con la muerte, pero antes, ha estado la vida, escondida bajo el “bla, bla, bla”.
Todo está sedimentado bajo la  cháchara y el ruido.
El silencio y el sentimiento.
La emoción y el miedo.
Los escuálidos, inconstantes, destellos de belleza.
Y también, la sordidez desgraciada y la humanidad miserable.
Todo sepultado bajo el manto de la molestia de estar en el mundo, bla, bla, bla.
Lo que hay más allá de eso es otro lugar.
Yo no me intereso por otros lugares.
Por tanto, que comience esta novela.
En el fondo es solo un truco.
Sí, es solo un truco.

 

Y a vosotros, ¿qué os conmueve?

Os deseo una bella semana,

Álex