Y, SÚBITAMENTE, LA VIDA

Y, SÚBITAMENTE, LA VIDA

Éste ha sido un invierno seco, muy escaso de lluvias.

Hace apenas dos semanas, costaba adivinar las yemas de las hojas y flores, tan esperadas. No se mostraban. El frío, severo, las mantenía escondidas.

Y, súbitamente, la vida estalla. Se manifiesta en una exuberancia sobrecogedora. Decenas, cientos, miles de bellísimas flores llamadas a ser frutos se abren a la luz, se ofrecen a la vida, con una belleza extraordinaria. Formas, colores, perspectivas sorprendentes que hacen que me pierda con la cámara
intentando captar fragmentos de una belleza dolorosamente intensa y efímera.

En la naturaleza están todas las lecciones posibles, todas las metáforas. Cuántas veces parece y es difícil el cambio, la transformación, el florecer, el vivir.
Cuántas veces sentimos que el invierno existencial, la crisis o la desgracia parecen no tener fin. Pero la vida es una sístole y una diástole, un péndulo, un ritmo, siempre en vaivén. Y lo que tiene que ser, es. Y lo que tiene que nacer, nace, si el jardinero cuida su jardín como debe. La flor, entonces, se limita a seguir su curso.

Disfrutemos de la belleza que nos es regalada, valorándola, respetándola, cuidándola, y hagamos florecer aquello que está en nuestras manos que florezca.

Besos, abrazos.

Álex

Alex Rovira