PEQUEÑOS «GRANDES» PLACERES

PEQUEÑOS GRANDES PLACERES

Sentado en una sencilla silla de plástico, camiseta imperio en ristre, fuma plácida y serenamente un puro de calibre robusto, siempre a la misma hora, siempre en el mismo lugar.

Pasan los años y nada parece alterar su ritual. Él permanece fiel a sus inhalaciones, en el pequeño pueblo costero que lo acoge, entre buganvillas de todos los colores, casas encaladas y brisa de mar.

El escenario no puede ser mejor: de fondo el canto de la cigarra, y más lejos, el rumor del oleaje.

No soy fumador, tan solo he disfrutado de unas pocas pipas en mi vida, pero os aseguro que mis buenas ganas tuve de acompañar al buen amigo, jubilado y jubiloso, en su paladeo del tiempo y del placer.

Pequeños grandes placeres que se convierten en rituales. ¿Cuáles son los tuyos, los que sientes confesables?

Besos y abrazos.

Álex

 

 

Alex Rovira